La naturaleza sublime de Roberta

La geografía, flora y fauna del sur conforman el origen e imaginario de esta marca nacional. Con delicadeza y paciencia, un equipo de 22 mujeres de Valdivia elabora ropa y tejidos utilizando estampados exclusivos. El resultado se refleja en cuatro conceptos: comodidad, suavidad, estilo y sentido.

Por Andrea León P. Fotos de Esteban Vargas. Retrato de Valery Bastías. 

Este invierno volvió a llover intensamente en Valdivia, como cuando la directora creativa de Roberta, Daniela Hoehmann, era pequeña y disfrutaba pasar la tarde con su abuela mientras bordaban, cosían o tejían. En tanto, su mamá experimentaba con la moda de esos años 80, vistiendo grandes hombreras, accesorios exuberantes y looks animal print, algo totalmente revolucionario en esa ciudad. 

Al salir del colegio partió a Santiago. Pasó por Auditoría, terminó Comercio Exterior y se matriculó en Diseño Industrial. Atraída por los materiales y diseños, compraba ropa usada y la arreglaba de forma intuitiva. En ese instante tomó conciencia de su interés por lo textil. A esto se sumó su gusto por la pintura y la fotografía, la influencia visual de su mamá y el amor por los oficios simbolizado por su abuela. 

Después, todo transcurrió muy rápido. Estudió Diseño de Vestuario y presentó su proyecto de título en una pasarela de VisteLaCalle, desplegando su inspiración en la naturaleza. “Hacer estampados y tejidos me volaba la cabeza”, cuenta.  Así, el 2011 nació Roberta con un éxito inmediato lo que implicó campañas, editoriales, desfiles y generar dos colecciones anuales que la conectaron con las tiendas Hall Central y Porquetevistes de Santiago. El 2015 montó su propio negocio en la Galería Drugstore en Providencia, llamado Local 9F, junto con tres marcas nacionales, iniciativa que duró unos años hasta que decidió regresar a casa. Valdivia es muy importante en su historia. 

Sello diferenciador

El taller y showroom de Roberta funciona en la casa de Hoehmann. Ahí trabaja con Valery Bastías, quien ejerce un rol de confianza multifuncional como encargada de talleres y producción. Su otra colaboradora estratégica es la diseñadora gráfica y artista visual, Victoria Gil, con quien desarrolla patrones únicos que son el sello diferenciador Roberta. La empresaria comenta que “las ideas surgen a partir de mi vida personal, viajes o de lo que veo acá que es un constante estímulo. Con Victoria tenemos una simbiosis. Yo le planteo algo y lo entiende perfecto. Es como si se metiera en mi cerebro”. Luego las telas se imprimen a través de la sublimación, técnica que logra una alta definición de colores en diseños personalizados. 

La colección otoño-invierno 22, tiene como escenario la selva valdiviana. Volcanes, güiñas y siluetas de animales, entre otros motivos, se sitúan en beatles, vestidos, polerones, calzas, camisas y blusas sobre la base del rosa, azul, rojo, negro y lila. A pesar de priorizar el estampado propio, la autora siempre busca saldos antiguos de empresas textiles nacionales que son cada día más escasos y muy apetecidos por los/as diseñadores. De esta manera, Roberta ofrece camisas lisas o con patrones combinados en plush, Tencel, algodón y viscosa. El cotelé es primordial en tenidas de gillete con pantalón tubo ancho y la chaqueta Elcira forrada en suave chiporro y disponible en diversos tonos. 

Punto a punto

El otro ámbito creativo de Roberta es la producción de chalecos a cargo de 16 expertas tejedoras valdivianas, dueñas de casa o asesoras del hogar, de una edad promedio de 60 años. “Con Roberta se recuperó el oficio y se transformó en un trabajo. Ellas lo hacen con pasión, porque han aprendido mucho. Existe un traspaso de conocimiento mutuo: desde lo mío que es el ojo de la forma y terminaciones y ellas me entregan lo que saben”, expresa Hoehmann. 

Este grupo elabora modelos de un color hasta complejos diseños. El tipo de punto también varía. La materialidad elegida es lana de algodón por su intensidad y variedad de tonalidades y durabilidad. Mediante un software definen patrones punto a punto, cumpliendo con el objetivo de traspasarlos a los tejidos. Las artesanas reciben el diseño y una lo hace exactamente igual que la otra. A juicio de la diseñadora, cuidar estas piezas permite valorar la dedicación y talento con las que fueron producidas e incluso adquieren un carácter heredable. 

En esta temporada los sweaters albergan bosques de araucarias, flores, montañas, nubes, ríos, lagos, cielos, humedales, patos silvestres, cisnes, zorros culpeo y pudúes. La conexión de Daniela Hoehmann con la naturaleza radica no solo en la belleza, sino que “en algo que decir. Por ejemplo, mostrar que la naturaleza está en crisis. En algunos diseños los animales arrancan del fuego”, reflexiona apelando a la urgencia de tomar conciencia sobre el respeto al planeta.

Al final de la conversación surge un tema singular. Los patrones y gráficas no desaparecen tras una colección, sino que es posible encontrarlos en proyectos futuros. Así, Roberta escribe un relato a través de la indumentaria donde se sienten el viento del sur, los sonidos de bosques y ríos y la magia del paisaje profundo. 

Créditos campaña otoño-invierno ’22 de Roberta

Fotografía @estebanvargasroa

Asistente de fotografía @gazmurialfonso

Modelos @josefina.roca y @zuleta333

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