Mala fama que aprendí a querer

Por: Matías García.

Fotografías: Cortesía producción. Autora: Mariana Soledad http://www.marianasoledad.cl @mariana.soledad

Este domingo 24 de junio fuimos testigos del lanzamiento del nuevo disco de los Ases Falsos en el Teatro Regional del Biobío, siendo parte del Ciclo FOME, que durante mayo copó dicho recinto con presentaciones de Manuel García y Camila Moreno. Un hecho sorpresa que contribuye tremendamente a descentralizar la actual escena musical del país y en pos de desestabilizar todo y hacerlo en otro lado que no sea Santiago, para así diversificar la cultura en otras regiones.

Concepción fue el puente, la conexión y el teatro en sí se entregó como una gigante dilatación de concreto a través de la fría noche penquista, acogiendo a los asistentes con un apacible y caluroso abrazo, como un signo humano, una presencia. Y fuera de que se comente la ausencia de belleza del lugar, pude percibir que su belleza está impregnada en otra parte, en cada ángulo, en cada suspiro; la belleza del Teatro es como un latido floreciente del que todos fuimos parte esa noche.

 «Mala Fama», sucesor de «El Hombre Puede», es el cuarto disco de estudio de los Ases Falsos, pero el tercero del año para Cristóbal Briceño: El primero fue un disco de cumbias con guitarra. El segundo uno solista cargado de melancolía. Y este con los Ases Falsos es el tercero, donde reside su precisión y su coraje. Tres títulos en lo que va del 2018. Pero para mí el «Mala Fama» es un resurgir, una nueva era. Un abrirse frente a la adversidad. Este disco, grabado casi íntegramente a las orillas del Lago Llanquihue, formula un renacer frente a las funas en redes sociales o las declaraciones desafortunadas de Briceño en cuánto al movimiento feminista o a la política. Porque más allá de la clara importancia de Briceño como compositor y creador, es injusto sopesar que los Ases Falsos giran en torno a su figura. Ases Falsos no es sinónimo de Cristóbal Briceño. Entonces el «Mala Fama» es una invitación a liberarse de los comentarios ajenos y surgir frente a la adversidad. Una carta de amor. Una crítica a la forma en que la gente se toma los procesos sociales realizados en 13 temas que no tienen ningún “plug-in”. 13 temas que el enclaustramiento de la grabación permitió trabajar a conciencia los múltiples detalles que tiene el sonido de cada uno. Se siente la lluvia, el viento y la naturaleza en el disco. Se siente el fuego y el agua del lago, como una bandada de palabras que se posan sobre las ramas de nuestro cuerpo y nos inundan en profundidad.

El entorno influyó tremendamente el disco. Por lo tanto, el concepto del disco es interesante. Es una puerta afuera, pero a la vez una puerta adentro: dos sentidos. Nos revela que las cosas nunca son como debieran ser. Es un rastro de sangre a través de la nieve. Es un disco vulnerable. Es la mala fama que arrastran o que arrastra Briceño, y a la vez es la fama como algo malo. El «Mala Fama» te deja como un fusil disparado, que aún se sacude y humea. Y así lo vivimos el domingo. Con una presentación impecable, calculada, iluminando cabalmente con el sonido el teatro y el fuego de la audiencia. Cristóbal Briceño nos sacude como siempre con su presencia, uniformado, envuelto en un buzo rojo anaranjado estilo overol y unas zapatillas blancas que brillan a través del escenario como su ecualizada voz. Se veía nervioso, pero contento. Colmado de sinceridad y su característico humor. La banda por su lado proyectaba equilibrio; estática, estacionada, pero elegante. Una puesta en escena sobria, calculada, con arrojos de un Briceño bailarín de vez en cuando. Un fondo rojo que se transformaba en calipso que nos elevaba por los aires y proyectaba el logo de la banda como salido de nuestra cabeza, junto a un juego de luces casi viviente que nos envolvía y señalaba. Fue un show tremendo. Pulcro. Los años no pasan en vano para los Ases Falsos. La pasión los envuelve. Son la corteza. El techo. Son el sonido. Son 7 músicos en escena. 7 almas. La intensidad del instante. Las guitarras estaban en constante diálogo con las melodías vocalizadas de Briceño. Nos vimos envuelto por un arsenal de sintetizadores de los 80. Nos trasladamos a orillas del Lago Llanquihue con las flautas y vientos de la tremenda y necesaria incorporación de Hermes Villalobos. A su vez, la incorporación de Sergio Sanhueza, le da una sonoridad potente en la base rítmica. Sin dudas, la nueva era de los Ases Falsos con el «Mala Fama» es tremenda; musical, personal y tanto o más como su formato de banda.

 15 canciones transcurrieron donde hicieron un repaso por algunos temas nuevo intercalados con los ya clásicos a estas alturas: Venir es fácil, Salto alto, La gran curva, Misterios del Perú, entre otros, para dar paso a un interludio tremendo: Paolo Murillo. Uno de los más grandes guitarristas de la región. Que rindió homenaje a Michael Jackson, Jorge González y se dio el lujo de interpretar «Chinchinero», un tema compuesto por él mismo. Un gran momento, sin lugar a dudas. Donde Paolo mostró todas sus habilidades y su extraordinaria técnica y simpatía para convencer a un público y ganarse los aplausos que más que merecido tenía. En pocas palabras, un grande.

Al regreso de la banda al escenario, para finalizar con 11 temas más en un show que duró casi dos horas y media, Paolo continuó tocando con ellos, en una extensión de «Amiga mía», homenaje de Jorge González, hasta que de pronto, como un fuerte viento penquista, como un soplo inevitable de algún callejón o al lado de la costanera, «Fuerza especial» se abre paso entre la multitud y obliga al público a ponerse de pie en sus butacas para bailar y vitorear las letras hasta el final de la presentación. El teatro se había transformado en un reencuentro, en una estructura hermosa; el teatro del que todos hablan y juzgan, se trasformó en la complexión de la pasión. Por encima de nosotros se elevaba como la corteza de un momento único, albergando belleza y deseo como una nube. El teatro fue una nube en el concierto de los Ases Falsos, que dentro de las melodías, los solos, los vientos, las voces y la llegada al público, demostraron que no hacen ni crean música falsa o queriendo ser retro, si no que hacen la música que les gusta, fuera de la burbuja y toda mala fama. Éramos nosotros. El teatro y los Ases Falsos. Nada más.

Quiero hacer mención a 3 temas del disco nuevo con los que cerraron su presentación que valen la pena describir. El primero es «88», que es como una precuela a «2022», del disco «Justo y Necesario». Una canción maravillosa melódicamente, con una guitarra y unos sintetizadores que darán mucho que hablar, influenciados de forma antigua y sublime, con una letra que nos une como personas, que nos dice que estamos vivos y que somos jóvenes, que es cuando termina el carrete, se empieza a hacer de día con los primeros rayos de luz y hay que devolverse a casa. Una canción al amor post adolescente sin esperanza. Seguimos con «Mala Fama», canción que recibe nombre del disco. El Single. Una de las mejores canciones logradas. Muy segura, y al igual que el disco, vulnerable. Veo este tema como un tema doble. Dos canciones en una. La guitarra Squier Stratocaster de Martín y el saxofón de Claudio Rubio hacen que nuestro espíritu se alce y baile sobre nosotros, en las nubes, en el teatro, en el techo, sobre las butacas. Briceño es una infinita posibilidad, de la cabeza a los pies, que canta con la suficiente delicadeza para pasar de una puerta a otra sin saltos ni movimientos bruscos, porque nos demuestra que las cosas nunca son como debieran ser. Y terminamos el concierto con «Así es como termina», canción que da inicio al disco y Briceño la utiliza como una canción premonitoria, como un apocalipsis nostradámico, en donde el infierno se abre hermoso y contradictorio. Un muy buen comienzo del disco y un muy buen final del concierto. En palabras de Briceño: «El tema profetiza el final de los tiempos como un gran incendio, una gran bola que se quema. El planeta tierra va a sobrevivir a eso -como ha sobrevivido a la era del hielo-, nosotros somos los que vamos a partir. Y creo que es una bendición para el ecosistema.» Musicalmente es asombroso. Pianos, percusiones, vientos, guitarras, todo en armonía y perfectamente ensamblados.

Estamos ante un antes y un después de una tremenda banda. Estamos en la nueva era de los Ases Falsos. Una banda que ha tomado riesgos, sonoridades distintas y ha optado por una imagen y personalidad única y original. Una banda atrevida de tomo y lomo. Estamos en una era en donde los Ases Falsos se complementan en armonía. Estamos ante un disco que funcionará bien escuchándolo en la micro en pleno invierno, y quizás por eso la elección de lanzarlo acá, en Concepción, en medio de la lluvia y el frío, para descentralizar y romper los esquemas. Las letras del «Mala Fama» llegan y dan cuenta de la búsqueda filosófica de Briceño que, aunque sentencia líneas editoriales en cada entrevista o declaraciones, muchas de las cuales rompen y friccionan todo lo que creemos y podrían desanimar a cualquier persona que escucha de su trabajo. Pero tal como él mismo Briceño dijo en alguna entrevista, la obra es inseparable del autor, y en este caso el esmerado trabajo de una banda entera y un productor no puede ser echado a la basura por un discurso con el que no estamos de acuerdo. En fin, el show del domingo fue sólido, fue un agrado ser parte del público, convivir con esa cercanía y pasión, ser parte de un teatro llenísimo que cantaba extasiado ante una tremenda banda; emocionante y lleno de energía.

Y seamos bien sinceros, los Ases Falsos son mejor de lo que todos creen.

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