Las cinco marcas maulinas que debes conocer

Por Andrea León P.

Ser usuario de las redes sociales significa nadar a la deriva en el océano de la infoxicación o sobrecarga informativa. Instagram nos somete a una secuencia infinita de perros peludos y tiernos, clases de maquillaje super rápidas y eficaces, príncipes y princesas en desgracia y a una sospechosa serie de abdominales milagrosos. 

Sin embargo, basta ajustar la mirada, conectar las energías para encontrar en el Maule a cinco creadoras que mantienen vivas sus líneas de diseño, a pesar de las dificultades sanitarias y planetarias. A través de sus propuestas, llegan a clientes de todo Chile que valoran los artículos y ropa hechos a mano, personalizados, funcionales y con un alto estándar de calidad.  En esta nota les contamos las historias de estas mujeres de mentes inquietas, algunas herederas de la aguja y el hilo de sus madres y abuelas, que no se detienen ante nada.

 

Deshojandohilo

Cuando Francisca Valenzuela recibió la seductora oferta de efectuar un intercambio en la Universidad de Génova no lo dudó ni un segundo. Ya estaba en la recta final de la carrera de Arquitectura en la Universidad de Talca y podía ser un buen cierre. Maravillada por su estadía en Italia, tomó varias asignaturas como Diseño de Representación del Paisaje donde aprendió muchísimo. Pero eran los inicios del 2020 y el coronavirus obligó a Francisca a regresar. Una vez en Talca y titulada, quería continuar con sus clases de canto, disciplina a la que se dedica desde pequeña interpretando jazz, soul, rock y folklore chileno. A esto se suman 10 años de experiencia como integrante del coro de la Universidad de Talca. Para cumplir su anhelo necesitaba financiamiento y se le ocurrió activar una habilidad que siempre tuvo desde niña: pintar ropa y cocer. 

 

 

 

Bastó con decorar una bolsa de tela y salir al centro de la ciudad para que todo el mundo le preguntara dónde la había comprado. Desde que tiene uso de razón, en la casa su mamá hacía las cortinas, disfraces y la vestimenta. Para Francisca era algo natural. De esta manera, surgió deshojandohilo que integra dos conceptos: la botánica y la confección textil. Y en ese sentido, hacer las cosas bien es una forma de honrar el legado de su madre. Su catálogo incluye pañuelos reversibles, blusas, poleras, kimonos, totebags y cuadros pintados a mano con motivos botánicos. Antes de poner manos a la obra, Francisca estudia exhaustivamente la estructura y colores del hongo, hoja, flor o planta que va a retratar. 

Próximamente, la emprendedora trasladará su espacio de trabajo al centro de Talca. El objetivo es instalar el atelier de su marca y establecer una firma para desarrollar proyectos de arquitectura. Y mientras se muda, piensa en algunas novedades para el invierno y en el importante paso que dará al comenzar un Diplomado en Diseño Escénico en la Universidad de Chile. En Instagram @deshojandohilo

 

 

 

 

 

Cendra

Originaria de Puerto Montt, Pola Sáez vive en Talca hace siete años y cursa su último año de Arquitectura en la Universidad de Talca. Su motivación por la costura comenzó desde chica, cuando acompañaba a su abuela a cursos de confección y le encantaba observar. Ella le enseñó gran parte de lo que sabe y es su gran consejera. 

Cendra surgió el 2018 como una idea durante la toma feminista de su casa de estudios. Su propósito era autogestionarse y crear, a partir de la identificación de problemáticas cotidianas como la de los ciclistas. Así, se enfocó en este segmento, fabricando bananos (producto estrella que se pone en la cintura o en el manubrio de la bicicleta), bolsos, mochilas y estuches para disco duro. 

 

Pola elabora estos objetos a través de un proceso creativo de ensayo-error. Las primeras versiones funcionan como prototipos donde prueba los atributos del artículo. Estos se pueden confeccionar con telas reutilizadas o lonas de algodón engomadas, que permiten mejorar su resistencia y son impermeables. Se trata de modelos sencillos que se pueden personalizar en una gama de colores. Al momento de recibir un pedido, la diseñadora presenta cuatro combinaciones para que el usuario elija la que más le guste y represente. Sus ventas se concentran en Talca, Rancagua y Santiago, y sus clientes destacan a Cendra por su comodidad y seguridad. En Instagram @cendra_ss

 

 

 

Vitrina Juana

Cuando Camila Cerpa se compró una jardinera en un viaje a España el 2018, en ese preciso instante se gatilló el nacimiento de su futura marca Juana. Al volver a Talca, trajo en su equipaje la motivación         por aprender a elaborar este tipo de pieza. Luego de participar en distintas ferias, su modelo de jardinera tuvo una buena recepción, comenzó a ampliar sus redes y a probar nuevas técnicas. Un año después se agrupó con un colectivo para formar Casa Maleza que reúne a diversos oficios, lo que permite ofrecer una pieza desde su fabricación hasta el embalaje. Y como diseñadora de productos de la Universidad de Talca tiene mucho que aportar. 

A Camila le gusta la comodidad de la ropa de trabajo, como el overol y la jardinera, y  tener la posibilidad de intervenirla con una intención estética y personalizada, ocupando gabardina elasticada, modal, canutón y mezclillas. También ofrece pantalones cargo, enteritos y blusas. La fundadora de Juana se encarga del patronaje y corte, teñido, desteñido y aplicación de accesorios. Cuenta con el apoyo de una costurera que se preocupa de los detalles y terminaciones. En el ámbito de las redes sociales la asesoran Camila Bastías (fotografía) y Felipe Gonzalez (styling). Para este invierno pretende presentar una chaqueta, aunque su intención es ofrecer prendas atemporales, confortables y versátiles que no se dejen llevar por la corriente del fast fashion. En Instagram @vitrinajuana

 

 

Dani Mazo Vestuario

En lo que va del 2021, Daniela Mazo, quien hizo su práctica profesional como diseñadora de vestuario con la destacada creadora de fama internacional, Lupe Gajardo, ha lanzado cuatro colecciones. Red Cósmica, Pulpo, Estela y Racconto, muestran chaquetas y petos fabricados con trajes de baño reutilizados y pantalones de cotelé desarmados. Sus creaciones se ponen a la venta en Instagram y varias de sus clientas ponen una alarma para estar atentas, porque sus creaciones tienen una alta demanda. Sus clientas valoran la indumentaria sustentable, de calidad y exclusiva, reconocen la dedicación y el trabajo y se sienten parte de la solución a la crisis climática, generando un impacto positivo.  

Trabajar con prendas usadas le permite conocer texturas, costuras, curvas rectas y telas en sus infinitas posibilidades. En sus inicios conseguía ropa a través de donaciones y en tiendas. Buscaba materia prima óptima y variedad de colores y estampados. Quería rescatar textiles antiguos maravillosos que se consideraban desechos. Desde el 2020, ya no trabaja en solitario y conformó un equipo integrado por su amiga y mano derecha, Natalia Herrera, quien conoce la marca a la perfección y Diana Muñoz,  responsable de las costuras en la fase final. 

 

 

 

Consciente del daño causado por la industria textil a nivel humano y medio ambiental, Daniela propone más funcionalidad en sus diseños mediante gorros desmontables, distintas posturas de delantero, bolsillos funcionales en los brazos, ajustes de cuello o que sean reversibles. La idea es concebir el máximo uso de una pieza con todas sus opciones. En Instagram @danimazo. vestuario

 

Taller Bosquejo

Profesora de filosofía, serigrafista y costurera, Daniela Sanhueza vive hace 10 años en la precordillera del Maule sur. El 2013 dio vida en su casa a Taller Bosquejo como un espacio destinado a sus oficios, luego de llevar unos meses en el viaje de la maternidad. En esa etapa de creatividad, poco tiempo y espíritu experimental, comenzó a participar en ferias, eventos y festivales, así como a dictar talleres de confección, costura y serigrafía con tintes naturales (este último en Correvuela Laboratorio Textil en Rari). Estos cursos no solo se enfocan en lo técnico, sino que se convierten en instancias colectivas de arte y reflexión.

Inspirada en la naturaleza, Daniela confecciona poleras (con ilustraciones de su autoría y otras colaboraciones), pecheras (que gustan mucho en el mundo del tatuaje, gastronomía y carpintería), mochilas y riñoneras. Su desafío principal es adaptar el producto a las necesidades del solicitante. Esto la impulsó a profundizar sus conocimientos de costura y diseño textil, heredados de su abuela materna. La perfección de su planteamiento estético se mezcla con una profunda influencia del punk. Daniela ilustra, estampa, cose, responde correos, hace envíos y de manera permanente está conectada con otras iniciativas artísticas. En todo este recorrido la respaldan sus hermanas en el diseño gráfico y costura y su pareja en la construcción de los bastidores. 

 

Al observar la depredación a la que tierra está siendo sometida, la diseñadora siempre busca que sus trabajos planteen una postura y crítica social. En ese sentido, Daniela acuña el concepto de poner el arte gráfico y textil al servicio de “reforestar la mente” y que las personas se transformen en bosques donde prime la biodiversidad. Al preguntarle por sus proyecciones, confiesa que tiene la certeza de que los oficios y el hacer permiten habitar en el presente. “Mi intención es seguir en esto, ¡reinventarse siempre, rendirse jamás!”, exclama Daniela con pasión.  En Instagram @tallerbosquejo

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